Análisis

Hijos de África

Mural de Achraf Hakimi y su madre En el Raval, Barcelona @nadiemedicearte

Si algo nos emociona del futbol es su dicotomía, la delgada línea entre la fragilidad y la fortaleza. Si un torneo lo refuerza es la Copa del Mundo pero hay un lugar especial, guardado para los que aprenden a moverse en medio, a su ritmo y sin ataduras. Para aprender a moverte en ese espacio primero hay que reconocer que la fragilidad está, que es inevitable, sin embargo, al mismo tiempo la fortaleza es igual de alcanzable. Hay gente que hereda estos conocimientos y los lleva en su historia. Marruecos se situó ahí con su propia partitura y la historia que no le puede faltar a un equipo africano. Hijos de África, hijos de migrantes que han pasado por esa delgada línea, la vuelven ancha y hacen de ella las bases para construir sus vidas. En la narrativa de Marruecos no cabía el sufrimiento porque sabían aceptar su fragilidad y encontrar su fortaleza.

El futbol africano es una referencia constante al talento natural, al juego callejero ese que es libre, a la alegría de su accesibilidad. Sin embargo, aunque esta selección lleva ese gen y huella dentro también es verdad que el crecimiento y formación de su plantilla ha sido en distintos callejones europeos. Haciendo un repaso a la Marruecos cuarto lugar en Catar 2022, el más alto históricamente para una selección de África, todos de sangre africana pero la mayoría formados lejos de casa.

15 de los 26 históricos han tenido toda su formación y debut profesional en Europa, tan solo 8 lo han hecho fuera de Europa (en África o medio oriente). De la mano de 12 convocados nacidos en África y el resto en Europa. No tuvieron que emigrar para tener una oportunidad en el futbol del más alto nivel, eso les tocó a sus padres años antes y por una oportunidad de vida. Durante su participación en Catar 14 jugadores procedían de equipos que compiten en las ligas más importantes del futbol europeo, mientras que tan solo tres juegan en la primera división marroquí. Tres se formaron en una academia marroquí que exporta talentos a equipos TOP en las cinco grandes ligas de Europa. De los primeros graduados y casos de éxito de un proyecto marroquí transversal. La apuesta por el futbol formativo y sembrar las semillas para la que puede ser la continuación del futbol marroquí de éxito.

El simbolismo de Hakimi

Entre las miles de imágenes que se nos quedan grabadas en la retina hay unas que son especiales, que dejan un trazo en el corazón que tienen un arraigo tan fuerte y un poder simbólico especial que extienden sus trazos a las paredes de una ciudad. No hay nada más callejero y representativo del sentir que el grafiti, una forma de arte que renuncia a la apropiación y como la selección de Marruecos, se forja a partir de su propia libertad y su expresión natural. No se puede negar que este equipo ganó tanto en el campo como en la unión de un país, un continente y una religión. Representaciones así o recibimientos como el que tuvieron en Rabat con gritos, bengalas, banderas y una acogida tan cálida y orgullosa como la de una madre. Hijos de África, eso son, eso representan y eso une todos los pedazos que se pueden desprender durante el trayecto que te lleva lejos de casa.

Walid Regragui, ‘The Moroccan Guardiola’ un entrenador joven con un futuro que deslumbra tiene a muchos que seguir inspirando cerró su participación en el mundial pero está muy lejos del final: “¿Por qué no deberíamos soñar con ganar la Copa del Mundo? Pasemos esa idea a las generaciones futuras y creamos en ella”. Si el proyecto se respeta, si Marruecos sigue abrazando su fragilidad para lucir la fortaleza de su talento, si siguen apostando por su libertad ¿por qué no?

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