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Bailarinas de ballet

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Argentina vs Arabia Saudita: Día 2. Primera gran salida del guión, primera sorpresa. Un partido en el que de no ser por el riguroso fuera de juego Argentina se hubiera adelantado 4-0. En un abrir y cerrar de ojos, en un resbalón de toda la columna vertebral de la Scaloneta, cayó 1-2 frente a Arabia Saudita. ¿Quién dijo que el último baile tenía que ser romántico?

Si algo tiene el futbol es que sabe marcar muy bien las diferencias en los movimientos de los jugadores. En un juego que se antoja tosco, imponente en condición, contacto y derroche físico. También hay espacio para lo contrario, los toques elegantes, los saltos ligeros y los desplazamientos finos.

Por 50 minutos (el mundial donde cada tiempo dura una hora) Argentina supo bailar, Lautaro fue su bailarina y Messi su músico, que de baile sabe mucho y bailar se le da mejor que a nadie, pero para tener espacio y pista donde tus bailarinas puedan desplazarse, usar esos movimientos elásticos, encoger la pierna, estirarla, pasar una por encima de la pelota, controlar la fuerza y tocar solo con la superficie adecuada; necesitas guerreros que se pongan el mono de trabajo y limpien el lugar. Necesitas que alguien le de lugar a la estética.

La Copa del Mundo es un lugar raro y no me refiero a la ubicación geográfica aunque para lo distópico y previsible que era lo que pasaría, sí ha acentuado (si es que aún se podía más) las diferencias respecto a los occidentales. Inútil ¿no? Total, que la Copa del Mundo funciona con otras leyes físicas y hasta naturales. Esto no es un vals, es una guerra de la que solo se puede salir bailando, y Argentina hoy no supo que papel tomar así que tampoco decidió entre ambos. Partidos de madrugada solo para retar al destino y descubrir que se forma dependiendo de quien tenga más claro lo que quiere ser. A la vez contradictorio porque en la Copa América, el ansiado título albiceleste, supieron perfecto pelear y bailar, bailar y pelear, cuando hacer una, cuando la otra y cuando tocaba hacer ambas, o dividir el grupo y que Di María bailaba cuando De Paul peleara, o que a De Paul le tocaba bailar cuando a Messi pelear. Pero hoy no.

Claro, un tropiezo de esta magnitud enciende toda las alarmas, como si Messi no nos hubiera enseñado ya que es el mejor compositor pero también el guerrero más feroz, como si no nos hubiera demostrado que lo imposible está al alcance de su zurda… Como si una derrota sorprendente y muy ‘mundial’ desbarate lo que Scaloni y sus guerreros bailarinas pueden construir si eligen desempeñarse de ambos.

El mundial te deja esto, un poco de culpa por no purgar pecados que no son tuyos y espacio para retar al destino; no decirle que te debe una, no, directamente cobrársela.

Por: Aina Canales

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