El conjunto blaugrana vive el momento más delicado de su temporada, el futuro del club se decidirá en las próximas semanas. El objetivo no parece imposible, pero debe haber un cambio drástico.
Domingo en la noche, el Barcelona sumó su tercera derrota consecutiva en el Camp Nou, un hecho que nunca había sucedido en su más que secular historia, esto basta para subrayar los evidentes problemas del equipo de Xavi. El segundo puesto (y consiguiente Supercopa) corre serio peligro, igualmente el acceso a la próxima edición de la Champions League. Sin embargo, hasta hace unas semanas, la Xavineta era la gran sensación del fútbol del 2022, un equipo redescubierto y un técnico dispuesto a demostrar su gran valía a toda Europa. La eliminación de la Europa League y las dos derrotas en Liga cambiaron la situación. Ahora Xavi es objeto de críticas implacables y señalado por muchos, demasiados, como el principal culpable de la situación, así es el fútbol con sus estados de ánimo cambiantes. El tarrasense pero conoce bien la dinámica y los riesgos de su cargo y no se echó atrás, en la rueda de prensa asumió todas las responsabilidades del fracaso de su equipo; es significativo que sus cambios no tuvieron los efectos deseados (en particular, se notò una actuación floja de Nico González). No obstante, Xavi también llamó a la unidad al pueblo blaugrana pidiendo la ayuda del universo culé. Nunca como ahora el Barcelona ha necesitado de su afición, los partidos contra el Mallorca y el Betis adquieren las características de los últimos recursos.
Pero, ¿por qué el Barça, después de meses favorables y con muchas satisfacciones, se encuentra a un paso del abismo? En primer lugar, hay que señalar que muchos jugadores aparecen cansados (viene a la mente Ferran Torres) porque han sido exprimidos por el entrenador, que evidentemente no tiene mucha confianza en los suplentes. Si bien ayer Adama Traoré jugó un partido suficiente, está claro que el futbolista no goza, por cuestiones tácticas, del aprecio total de Xavi y eso explica sus pocos minutos en el campo de juego. En el mediocampo juega siempre Busquets (tercer jugador con más partidos en Barcelona) de 34 años, al igual que de Jong, los dos empiezan a sentirse agotados, además el holandés no parece estar en el mejor momento de su carrera. La ausencia de Pedri – que se siente enormemente – hace el resto a pesar de que Gavi lo ha remplazado muy bien, y por supuesto destaca que el mediocampo azulgrana tiene en un joven de diecisiete años a su mejor jugador por estado de forma en el momento crucial de la temporada. Pero no sólo el cansancio y los pocos intercambios aquejan al Barcelona. El gol del Rayo fue francamente intolerable: Dest mostró todos sus límites defensivos (nuevo problema para el Barça: acabada por lesión la temporada del estadounidense) al igual que Eric García. Es innegable que los vallecanos intentaron perder el mayor tiempo posible y que el árbitro siempre dejó correr, pero eso no explica la derrota, así como los dos palos y el penalti no asignado. El Barcelona jugó poco y mal en la primera parte: presión alta solo por momentos y ritmo lento, en fin, poca valentía. El ataque no tuvo profundidad y vivió solo en los destellos de Dembélé (Aubameyang ausente sin permiso), los blaugrana jugaron sólo en los últimos minutos pero no fue suficiente. El juego, y las ideas, parecen perdidos. El cambio debe realizarse en breve.
El Barça debe encontrarse a sí mismo y al juego que tan bien conocía. El trabajo de Xavi será fundamental en esto, pero el tarrasense lo sabe hacer, ya lo hizo.
Pierangelo Rubin