La actuación de la selección en este torneo ha sido formidable. Desmontan el mantra del “esto es lo que hay” de Koeman, compitiendo y jugando mucho mejor que Italia y Francia.
Derecho al pataleo. Ese ejercicio de protesta inalienable que todos tenemos y solemos usar muy de vez en cuando. Qué sería de nosotros si no nos dejaran quejarnos por cualquier cosa. Es algo fundamental para nuestra salud. Nos ayuda a liberarnos y a desahogarnos cuando nos cabreamos porque, por ejemplo, han cambiado el horario del bus, el maestro me tiene manía, o el súper cierra muy pronto. Siempre hay algo que reclamar. Sin remordimientos. El problema viene cuando tus protestas no tienen ningún tipo de fundamento y se convierten en una tónica habitual. Ahí el derecho al pataleo pasa a ser una coartada para evitar reconocer que estás haciendo algo mal.
Podría decirse que un uso indebido del derecho al pataleo es lo que está haciendo Ronald Koeman. “Es lo que hay”, dijo en su ya famosa rueda de prensa después de perder en casa por 0-3 ante el Bayern. El holandés se excusa aferrándose a una supuesta falta de nivel de la plantilla para justificar malos resultados que vienen precedidos de planteamientos rácanos. De equipo pequeño. Así se siente Koeman cuando tiene que enfrentarse a un grande. No es capaz de plasmar su idea sobre el césped porque esta no existe. El Barça es un equipo muy golpeado en el plano psicológico y está gestionado por alguien que no cree en su recuperación.
Por suerte, cada semana vemos ejercicios futbolísticos que dejan en evidencia y desmontan el discurso victimista del neerlandés. El más claro está siendo el de Luis Enrique con la Selección. Un equipo que, como el Barça, no tiene tops mundiales en ninguna de sus líneas y está compuesto en su mayoría por jugadores jóvenes con muy buenas cualidades. Dos plantillas similares, pero en cuanto a juego la diferencia es abismal. La personalidad de este conjunto lo catapulta a la altura de los mejores. Y Luis Enrique es el artífice de todo esto.
“Sus tres jugadores de arriba son buenísimos y pueden decidir partidos, pero no vamos a cambiar un ápice de lo que nos ha traído hasta aquí”. Así se expresaba el técnico asturiano antes de enfrentarse a Francia. No se queja por no tener extremos puros, porque Pedri esté lesionado, o porque el equipo esté falto de experiencia. Al revés. Usa todo esto para formar un grupo al que se le está poniendo cara de futuro campeón. Tanto Italia como Francia, ejercieron una presión muy alta que no surtió efecto gracias a una movilidad constante. Los jugadores se sienten importantes y actúan con un temple que les permite verse seguros en situaciones límite. Favorecidos por unas líneas de pase que aparecen por todas partes y una amenaza a la espalda que ejercen de manera continua los jugadores de segunda línea.
Busquets es el claro ejemplo de la diferencia tan abismal que hay entre este Barça y esta Selección, a pesar de tener perfiles y niveles muy similares. El de Sabadell sufre cada partido que juega con el Barça. Verlo en el Camp Nou, a campo abierto y sin controlar el juego a través del balón, es desesperante. Ahí aparecen todas sus costuras. En cambio, con la selección encuentra un contexto perfecto. Levanta la cabeza y ve multitud de opciones. Disfruta jugando en su sitio y asfixiando en la presión alta. Da cátedra en toda una Eurocopa y se lleva el premio de mejor jugador en la Nations League. Luis Enrique y Busquets marcan el camino. Señalan lo que no hay que hacer. Que coincide precisamente con lo que está haciendo Koeman. Ya nadie se cree el discurso de, “esto es lo que hay”. Laporta debería mirarse estos dos partidos de la selección y preguntarse si no se está perdiendo el tiempo en Can Barça.
EMILIO VALENZUELA