La Junta presidida por Joan Laporta habría ofrecido a Koeman una propuesta de renovación con condicionantes. Unos deberes que el técnico debe completar si quiere seguir sentándose en el banquillo blaugrana.
Laporta ganó las elecciones y, poco después, hablaba ante los medios avisando de que “en el Barça no hay años de transición”. Tan eufórico como inocente, aunque lo habían advertido, no esperaba Joan que el club estuviera tan mal hasta que entraron en los despachos y empezaron a abrir cajones y a sacar facturas. Con el manual de ‘Cruyffista’ como símbolo de autenticidad, el nuevo presidente reconocía que Koeman no era su entrenador favorito. Incluso, en una reunión con el holandés, llegó a pedirle que le diera un poco de tiempo para encontrarle un sustituto y que, si no lo lograba, entonces sí podía continuar. Desde el día uno, Laporta tenía clara cuál es su idea para el banquillo del Barça, y Koeman no era el prototipo. Pero con una deuda que asciende hasta los 1.350 millones y un patrimonio negativo de 451, pagarle el finiquito a holandés no entraba en las cuentas.
EN EL FONDO, KOEMAN NO ESTÁ TAN MAL…
La cruda realidad económica apagó de un plumazo las perspectivas halagüeñas que tenía el presidente con el banquillo culé. Salieron los nombres de Xavi, Nagelsmann o Guardiola, pero, finalmente, Laporta no tuvo más remedio que intentar convencer a la opinión pública y, a sí mismo, de que Ronald, en el fondo, también tenía algo de ‘Cruyffista’ y que, con él, el Barça podría hacer un buen fútbol. No estaba tranquilo el presidente y, para curarse en salud, le pareció buena idea ponerle unos requisitos que el técnico debe cumplir para así evitar desviaciones. Como cuando te mandan deberes en el colegio. El problema es que Koeman, a sus 58 años, no da indicios de ser moldeable.
Apenas se han cumplido tres jornadas y los síntomas que deja el equipo son muy parecidos a los de la pasada campaña. Los blaugranas se siguen mostrando como un equipo alicaído, falto de chispa en los metros finales y endebles en la zona defensiva. El optimismo solo aparece personificado en nombres propios como los de Memphis, De Jong, Araújo, Pedri o los canteranos. Da la sensación de que hay mejor plantilla que técnico. Un Koeman que se impacienta cuando llega el minuto 70 de cada partido y empieza a hacer cambios con la esperanza de que el encuentro termine antes del tiempo reglamentario. Resultadista, el holandés no parece confiar demasiado en el juego y en el esquema que tanto gusta en el Camp Nou. Y es que, cuando vienen mal dadas, lo primero que pide un aficionado tan peculiar como el culé, es ver a un equipo reconocible sobre el campo. Algo que todavía no ha ocurrido.
OFERTA CON LETRA PEQUEÑA
Ayer se publicó en varios medios que la Junta presidida por Joan Laporta habría ofrecido una propuesta de renovación a Koeman. Más por pragmatismo que por convicción, el presidente intenta con esta acción disuadir el murmullo, cada vez más ruidoso, que aparece en la prensa y en los corrillos de aficionados después de cada jornada. No está el horno para bollos en Barcelona. Y menos después de un mercado de fichajes en el que se ha puesto de manifiesto que el Barça está lejos de competir de tú a tú con los grandes de Europa, al menos en lo económico.
Esta supuesta oferta de renovación va con trampa. Contiene una letra pequeña que condiciona la continuidad del técnico holandés. Son tres las peticiones que este debe cumplir si quiere seguir sentándose en el banquillo: ganar algún título importante, poner en práctica un fútbol reconocible y apostar por jugadores con ‘ADN’ Barça como Riqui Puig. Con estos requisitos, más que ofrecerle un nuevo contrato estás dándole el despido anticipado. Mucho tendrían que cambiar las cosas para que esto acabara cumpliéndose. Visto lo visto hasta ahora, es como pedirle peras al olmo.
EMILIO VALENZUELA