
Como sabemos, el Barça tuvo una temporada perfecta en juego y resultados. También en sensaciones. Una cosa íntimamente relacionada con la otra. El equipo de Lluís Cortés practica un juego de posición puro, simple y apegado a sus tres principios: posición, presión y posesión. Un conjunto de trabajo colectivo, táctico, físico e individual llevado a alturas que en el futbol femenino nunca se habían visto y que, guardando las distancias, mira a los ojos al más fino del futbol masculino. Cada partido del equipo azulgrana es un reflejo de convicción y una muestra clara de un modelo de juego que nace en el entrenador pero también en la base de jugadoras formadas en casa, el sentido de pertenencia, un intangible que suma mucho valor.
El Barça nunca cambia su dibujo y siempre sale con un 4-3-3 puro: portera inteligente, segura y con buen juego de pies; centrales proactivas capaces de salir jugando en largo o en corto, con muy buen pie; laterales de apoyo y recurso, asimétricas; pivote/mediocentro posicional con lectura de juego y comprensión de contextos; interiores posicionales a diferentes alturas y sobretodo diferenciales; extremos con amplitud, profundidad y capacidad de regate; falso 9 con el peso creativo que conlleva.
El nivel colectivo que ha alcanzado este Barça es la suma de factores ideales que han formado una red casi utópica, desde el perfil y características de las jugadoras, el nivel táctico y la manera en que han asumido e interiorizado un modelo sin hacerlo mecánico ni automático. Es cierto que el juego de posición más estricto (o fiel) demanda cierto rigor táctico pero más importante pide y da una libertad creativa necesaria para que exista, encontrar el balance es la clave para llegar a la liquidez, Lluís Cortés y sus futbolistas no sólo llegan sino que permanecen.
Empecemos con que a este equipo le gusta dominar y lo logra, son superlativas en hacer del partido contextos favorables en los que prefieren y buscan jugar en campo contrario. Sea desde el juego lateral que apoya dentro o fuera para encontrar siempre libre a los extremos, o, con mucha más frecuencia y peso, que el juego nazca de la central con una diagonal al lado contrario, directamente buscar romper líneas o encontrar a la mediocentro con ventaja. Una vez se rompe la primera línea de presión, se supera ese escalón, empieza un juego rebelde pero ordenado donde cada toque o movimiento tiene muchísimo sentido. La mayor certeza está en el mediocampo, idealmente con Patri mediocentro, Aitana y Alexia interiores que se entienden sin mirarse y que individualmente son dos talentos y mentes prodigiosas. ¿Qué puede salir mal? Normalmente Aitana gana altura con y sin apoyos de Jenni (idealmente falso 9) es la interior que más se adelanta con mucha idea y siempre, siempre aportando claridad. Alexia pide metros por delante, más de base y que aparece en todos los carriles interiores sea al toque, al pase largo, al regate o a la conducción. Un sin fin de recursos para proteger la pelota atacando y una zurda privilegiada que lo hace todo más fácil.
Volviendo a la funcionalidad de Aitana, juega un papel clave que la hace el principio y el fin de todo. Otro concepto del JdP: la presión. Un Barça que se crece cuando muerde arriba y arrebata la seguridad del rival no se entendería sin la 14 que salta y acompaña a su delantera a ser las primeras en presionar, acompañada invariablemente de un don para robarla o forzar el error. También sería digno mencionar a muchas más que hacen de este súper-equipo ser eso, híper en todas sus facetas algo que sería imposible sin ser ultracompetitivas de puertas para adentro, aunque mencionando/analizando a cada una nunca terminaría vale la pena recordar que también es el equipo de Mariona, Vicky, Marta, Lieke, Bruna, Caroline y (que me disculpen) muchas otras estrellas que no lo fueron hasta juntarse y formar una constelación.
Pero aún así el peso del juego sigue estando en el pase y girando alrededor del balón. Un ejercicio creativo constante que no depende del rival. En cierto punto, como en todo deporte, el nivel del rival condiciona en mayor o menor medida el resultado del proceso, del juego del equipo, en este caso el Barça. Así que el nivel de los rivales no sirve para juzgar un equipo que ha sido capaz de replicar su mejor versión y su mejor modelo en todos los escenarios y todas las competiciones que además ha ganado con el mismo peso. El futbol femenino en general está lleno de falacias y las azulgranas no sólo han roto récords, también han desmentido muchas ‘conspiraciones’.
Las capas de complejidad en la pizarra de este equipo son tan sencillas como se ven, ese es el objetivo y la esencia pura del discurso. Jugar para divertirse, todas se mueven, liberan espacios y ocupan espacios. Siempre hay una jugadora donde debe estar aunque no siempre sea la misma. Una magia sin mística.
La punta de la lanza
La estructura completa del equipo campeón de Europa no se entiende sin la flecha que ha sido Lluís Cortés desde su soñada llegada. Un entrenador metodológico y pedagógico que supo cuidar sus fichas desde el principio y convencerlas de que la forma de trabajar adecuada desataría un progreso sin fin y les abriría las puertas de la eternidad. Es verdad que el fútbol es de las futbolistas pero la estabilidad ideológica se hace de coherencia desde el entrenador hasta la directiva y hoy no hay un equipo en Can Barça, contados en el mundo, con un camino tan plano y claro como el de este equipo.
Quizá el punto flaco del entrenador catalán está en la capacidad de rotación que tiene, su ausencia y el poco efecto/provecho que éste le saca. Con un grupo de futbolistas sanas es más difícil de notar e incluso de necesitar pero cuando el nivel de la liga crezca aún más (que lo hará) la exigencia también lo hará y las rotaciones tendrán que aumentar. Si bien es cierto que la plantilla del Barça está lejos de ser de las más potentes en Europa, sí es muy competitiva y está bien ubicada en la narrativa que sigue. Como ejemplo el Chelsea dobla el presupuesto de 4 millones de euros que tiene el club catalán, pero “nunca hemos visto un saco de billetes patear un balón”. El punto es que cuando se trata de un róster como el del Barça, es decir, que debe interiorizar una ideología tan clara y practicar un juego tan definido importa poco los millones que puedas gastar o los que “valgas” porque el valor real está en el arraigo con la idea, sentirse identificado, sentirse representado.
Línea por línea cuenta con futbolistas de casa o que llevan muchos años en el club, una plantilla relativamente joven y con fichajes puntuales que se han reforzado en rendimiento e importancia. Un equipo de libro que Lluís lo ha hecho más cruyffista, recordando al holandés en la teoría, la práctica y el discurso hablado.
Y ahora, ¿qué?
La sección femenina del Barcelona ha superado retos que le han caído como lluvia, ha saltado adversidades y roto paradigmas naturalmente en su reivindicación como sección. Llevan toda una vida sacando ventajas de donde no había y disponiendo de recursos externos e internos limitadísimos. Ahora se enfrentan a un reto desconocido, empiezan a pisar nuevos terrenos, a tantear roles que no conocían. Ahora se enfrentan a la adversidad del ganador, el reto de mantener la ambición y de ignorar las expectativas, el ruido mediático que se han ganado tener, en el mejor sentido de la expresión. Al Barça femenino le toca asumir el papel que les toca, ser referentes de grandes y pequeñas, seguir defendiendo una forma de entender el fútbol (y la vida) con el compromiso que conlleva.
Este nuevo espacio que tienen que llenar es el mismo que se han ganado y lo único que tienen que hacer es no dejar de abrazar el modelo de juego que las elevó hasta ahí. Mientras mantengan esa rebeldía y valentía que las caracteriza todo seguirá su curso natural, natural hasta que aparecieron ellas.
Seguir jugando, disfrutando y sintiendo en un club donde históricamente la belleza y el éxito van de la mano (o depende el segundo del primero) ellas lo han llenado, se han llenado y lo mismo a todos los que las han visto. Quizá estamos frente a quienes serán consideradas las mejores durante un muy largo tiempo. Con la idea de juego que las dirige a su mejor versión. Un win-win, histórico y precioso.