El conjunto de Koeman fue incapaz de sentenciar un partido que tuvo de cara en todo momento. El Cádiz saca un empate con sabor a victoria gracias a un penalti regalado por Lenglet a dos minutos del final.
En psicología, la ‘zona de confort’ hace referencia a un estado mental donde la persona utiliza un comportamiento rutinario para conseguir un rendimiento constante sin asumir ningún riesgo. De esta forma, se evitan posibles situaciones de miedo o ansiedad, por entrar en escenarios en los que no te sientes seguro. Algo así es lo que le ocurre al Barça. Se desvanece frente a rivales que le exigen ser atrevidos y dar un paso adelante. La tremenda derrota en Champions ha dejado huella en un equipo inestable a nivel mental. Actuando hoy como aquel que ve una película sabiendo lo que va a ocurrir.
El Cádiz, a priori, era uno de esos equipos que permite que el Barça se comporte con naturalidad y muestre fluidez sin necesidad de salirse del guion establecido. Ante estos rivales no hay miedos y los futbolistas se muestran menos rígidos. Koeman repetía el mismo once que ante el PSG. Estrategia de manual futbolístico. Una oportunidad para que, los mismo que sufrieron la debacle, puedan verse capaces de hacerlo un poquito mejor.
El conjunto cadista salió con la misma idea de juego con la que ganó al Barça en la primera vuelta del campeonato. Un bloque muy bajo formado por dos líneas de cuatro y Negredo un poco descolgado para poder dar oxígeno a las salidas amarillas. La ansiedad en este tipo de encuentros suele jugar malas pasadas. Obligados los culés a realizar un ejercicio de paciencia, algo que escasea en el Camp Nou.
El balón circulaba a una velocidad óptima para la defensa de los de Cervera. Solo las internadas por banda derecha de Sergiño Dest, ponían en apuros la estructura visitante. A la media hora de juego, apareció el más listo de la clase para provocar un penalti recibido como agua de mayo en el banquillo local. Pedri llegaba antes a la pelota que sus rivales y era derribado dentro del área. Messi ejecutaba con una tranquilidad pasmosa ante uno de los pocos rivales que todavía se le resistían.
Comenzó la segunda mitad con la misma tónica que la primera. El Cádiz seguía fiel a su idea de defender bien, mientras que el Barça mostraba una monotonía que daba esperanzas al conjunto gaditano. Solo Dembélé era capaz de agitar un poco el árbol. Tan brillante en sus regates como errático en su definición. Los blaugranas parecen haberse olvidado de cómo desarmar a equipos que aglutinan muchos hombres detrás.
El partido iba llegando a su ocaso y la sensación de tener una última opción iba en aumento para los de Cervera. Sin pisar prácticamente el área en la segunda parte, se encontraron con un regalo de Lenglet a falta de dos minutos. El central francés cometía un penalti absurdo en una jugada sin ningún tipo de peligro. el drama culé en su área no cesa. Sale a error de bulto por partido. Alex marcaba el empate y, el Barça, sin tiempo para la reacción, perdía la oportunidad de oro de poder reengancharse a La Liga después de la derrota del Atlético de Madrid.
EMILIO VALENZUELA