Crónicas

REJUVENECIDOS AL CLÁSICO

El Barça, guiado por un Messi bien acompañado de jóvenes talentos, golea y toma confianza para el clásico del sábado.

La competición de la “copa tan linda”, como dijo Leo Messi en su famoso discurso el día del Gamper, ha vuelto al Camp Nou. Aunque esta vez, con menos pasión y entusiasmo. Y esto no solo es culpa de la pandemia que ha vaciado estadios, no, también se debe a los innumerables sinsabores que ha vivido el conjunto culé en las últimas ediciones. Turín, Roma, Anfield y… El estrepitoso 2-8. La imagen del equipo ha ido empeorando año tras año y, a su vez, se ha ido desvaneciendo la paciencia de una afición que exige mucho más.

Sonaba a todo volumen la melodía de Tony Britten, esa que siempre pone los vellos de punta a toda la grada y llena de adrenalina a los futbolistas antes de comenzar el encuentro. Pero en Can Barça la situación es bien distinta. Con un Camp Nou repleto de asientos vacíos, y con los fantasmas del pasado revoloteando en el subconsciente de los blaugranas, ese sonido suena a banda sonora de una película de terror. Y es que, en las últimas temporadas, la Champions ha servido de termómetro para medir hasta dónde llegaban las aspiraciones del Barça. Agotadas cuando visitaba escenarios intimidantes.

La intención, otro año más, es hacer borrón y cuenta nueva. Resetear todo lo vivido en las últimas temporadas y empezar con buen pie un camino que se prevé convulso. El primer duelo ha traído a Barcelona a equipo histórico. El mítico ferencváros húngaro regresaba a la máxima competición europea veinticinco años después. En su día, estuvo muy vinculado al Barça, ya que de ahí surgieron Kubala, Sandor Kocis y Zoltan Czibor. Un tridente que hacía las delicias de la afición culé en la década de los cincuenta.

Koeman ha apostado por un once de confianza. No quiere hacer demasiados inventos en el día de su presentación europea. Aunque ha vuelto a rotar a algunos de los hombres que hasta ahora eran fijos, el núcleo duro sí se ha mantenido. Las novedades han sido Pjanic, que ha entrado en lugar de un Busquets que venía jugándolo todo, y Trincao, que ocupó el lugar de un Griezmann cada vez más cuestionado. Coutinho y Ansu Fati, que descansaron en Getafe, han empezado el partido desde el inicio.

Los húngaros, haciendo gala de su currículum distinguido, pero anticuado, saltaron al césped del Camp Nou sin demasiados complejos. Comenzaron presionando arriba y sin querer quitarse la pelota de encima. El Barça, lento y previsible, no encontraba la fórmula para abrir huecos y se atascaba cuando llegaba a las zonas donde se deciden los partidos. De hecho, las dos primeras jugadas transcendentes del encuentro, las protagonizó el conjunto visitante. Su delantero, Nguen, se escapó en velocidad y convirtió un gol digno de los mejores atacantes. Por suerte para los culés, el delantero estaba en fuera de juego y la jugada quedó anulada. Poco después, sin tiempo para quitarse el susto de encima, volvían a avisar los húngaros con un disparo al palo después de una gran jugada.

HASTA QUE NO DESPERTÓ MESSI…

Parece que el sonido que causó el impacto del balón contra la madera despertó a los culés. Minutos después, Messi recibía un balón intranscendente pegado a la línea divisoria del campo. Nada ocurriría si esa pelota llega a cualquier otro jugador en esa situación, pero, claro, estamos hablando del mejor de todos. Realizó un eslalon dejando a tres rivales por el camino; entró en el área para volver a driblar y provocar un claro penalti que convertiría él mismo. Se abría el marcador y, el Barça, más relajado, comenzaba a encontrar espacios donde antes solo había piernas. Después de un par de ocasiones claras, un gran pase de un De Jong más participativo, habilitaba a Ansu Fati para que este hiciera el segundo al borde del descanso.

El juvenil de Marinaleda, fue también el causante de la jugada del tercer gol, justo después del entretiempo. Se inventó un taconazo de crac para que Coutinho se estrenarse en Champions. La ultima vez que marcó con el Barça en esta competición, se tapó los oídos en la celebración. Hoy no hacía falta porque en el campo solo estaban ellos.

Se relajaban los culés con el resultado, pero se gustaban gracias la situación favorable que invitaba a ir a por más. Para ello, Koeman realizó un triple cambio en el que dio entrada a Dembélé y Pedri. Volvía el vértigo al partido cuando, en una pérdida absurda de Pjanic en medio campo, se produjo un penalti de Piqué que vería la roja directa. Los húngaros acortaron distancias, 3-1.

A pesar de ir con un hombre menos, los culés supieron sobreponerse agarrados a un Pedri sobresaliente y un Dembélé desatado, que encontró ante sus ojos un escenario perfecto: campo abierto para correr y contragolpear. De sus botas nacieron los dos goles que cerrarían el encuentro. El cuarto fue obra de Pedri, gracias a una galopada del francés. Y el quinto, lo haría el propio Ousmane después de una gran jugada de Pedri y Messi.

Comienza contundente, más que convincente, el Barça. Habrá que ver si el partido sirve como bálsamo para recuperar confianza y afrontar lo que viene. Visita del Madrid y viaje a Turín. Lo que está cada vez más claro es que, los jóvenes, piden paso a gritos.

EMILIO VALENZUELA

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