20 de agosto de 2020. Algo menos de 24 horas separan al Sevilla del asalto final a la conquista de su sexta Europa League. Una nueva cita con la historia, para aumentar de esta forma la suya propia en su competición favorita.
Así lo ha vuelto a demostrar esta temporada. Cluj, Roma, Wolverhampton y Manchester United han sucumbido en las rondas eliminatorias ante un Sevilla que está terminando de forma deslumbrante la presente campaña, a la que buscará ponerle el broche ante el Inter de Milán, otro rival de renombre.
Existen motivos más que suficientes para creer en que el conjunto hispalense puede tocar plata una vez más. Afronta el duelo habiendo demostrado su capacidad de hacerle frente a cualquier equipo, lleva desde febrero sin perder un solo partido y dispone de jugadores cuyo estado de forma marca la diferencia. Véanse, entre otros, Bono, cuyo recital ante el Manchester United permitió al equipo andaluz mantenerse en pie; Jesús Navas, que puso el balón para que De Jong diera el pase a la sexta final europea, como ya lo hizo hace más de 14 años en aquella semifinal (la primera) ante el Schalke, con Antonio Puerta como goleador; y, finalmente, Éver Banega, que tratará de deleitar por última vez con la casaca sevillista.
Y, sobre todo, el Sevilla ha llegado hasta aquí porque tiene un verdadero equipo. Lo más parecido a una familia que se puede encontrar en un vestuario. Tienen plena confianza en ellos mismos, celebran cada acierto y cada gol como un hincha más y ansían lograr una última victoria, la mayor de todas, en honor a los que animan desde casa y a los que ya no están. Ya se respira el ambiente de las grandes citas. Ahora les toca plasmarlo sobre el césped.
Alejandro Sánchez
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